“lo siento, ya no siento” nace en un marco de dolor -amoroso- donde doy especial atención a la culpa judeocristiana que nos acompaña a las mujeres en las relaciones afectivo sexuales -con hombres-

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con mil seiscientos kilómetros entre nosotros traté de quitarme la culpa entre páginas, con otras personas y con mucho alcohol. cuando pensé en el tiempo sólo sentí pérdida, pero tu cara ya no estaba mirándome, ya no eras tú a quién echaba de menos, si no a aquella chica que se arrodilló ante ti como si fueses un dios -dicen los cristianos que dios no es tan malo...-. ni el pecado que implica sangre debe doler tanto como tu indiferencia. jamás fui ella... ni un pequeño intento... dibujé doce páginas -y, como uno de aquellos doce, tú también me traicionaste- intentando hablar de ti, pero solamente hablaba de mí porque ya no sabía quién era después de ti. si al menos me hubieses querido de verdad... ¿merecerá la pena tanto dolor? siempre la misma, la misma pregunta.